Congregación
La Congregación de Religiosas Adoratrices – Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad- nace en España, en el siglo XIX, concretamente en 1856. Pero nada puede con la audacia y valentía de una gran mujer, apasionada por Jesús, presente en el pan partido de la Eucaristía y hecho “pedazos” en cada una de las mujeres explotadas por la prostitución.
Esta mujer, que hizo historia es Santa Mª Micaela Desmaisières y López de Dicastillo, su fundadora. Y su obra comienza en 1845, en la calle Dos Amigos, 8, en aquel Madrid alegre y cortesano, que infinitas veces dejó sin cumplir sus promesas. A Micaela se unen otras jóvenes, algunas amigas suyas, y con ellas nace la primera comunidad. Los años siguientes, de rodaje, salpicados de dificultades y favores de Dios, maduran en hechos importantes, entre ellos.
La aprobación de la Congregación en 1856, y la fundación de las siete primeras casas abiertas, fruto de la capacidad emprendedora e ímpetu de las primeras Adoratrices.
Las Adoratrices forman parte de esta historia, que ha sido construida antes de nosotras y nos ha sido transmitida de generación en generación. El coraje de Micaela y de las mujeres que a ella se unieron para dar vida a la Congregación, nos sigue empujando hoy. Y a lo largo de 150 años hemos ido junto con el Señor, construyendo una positiva y no fácil historia de salvación, al ritmo del adorar y liberar continuamente.
Escuela
La Escuela Silvia Salas Edwards, de las Religiosas Adoratrices, fundada el 9 de mayo de 1936, cuyo sello específico fundamental está basado en los principios cristiano, pone énfasis en desarrollar los aspectos valóricos, morales, sociales y académicos de los alumnos, que les preparan para ser personas creativas, felices, sociales, auténticos y con un espíritu crítico de superación, permitiéndoles actuar positivamente en el medio social donde les corresponda desenvolverse.
Nuestra escuela pretende formar alumnos integrales que sepan compartir su vida de fe y formación cristiana católica desde la espiritualidad Micaeliana, es decir, Eucarística – liberadora, formando hombres y mujeres que sean capaces de reconocer sus fortalezas y debilidades, actuando con autenticidad frente a diferentes situaciones, practicando valores afianzados, tales como: responsabilidad, respeto, honradez en el actuar, comprensión y solidaridad con su semejantes, constancia y perseverancia en la realización de sus tareas.